Vuelven Los Unbekannte, vuelve la otra literatura sobre Berlín. Nuevos relatos cargados de efluvios, grandes goles, fugas imposibles, búsquedas a ritmo de tango, horror cósmico y precariedad.
En este libro, Los Unbekannte —grupo experimental berlinés que hace de la amistad literaria un fin en sí mismo— nos invitan a descubrir y enamorarnos de una Berlín escondida en las sombras, esperando a ser revelada.
Julio Sivautt. El destino quiso que a los doce años comenzara a laburar en bicicleta vendiendo empanadas hechas por sus viejos en la cocina de su casa. Gran puntapié inicial de la vida. A los catorce fue jugador de videogames por dinero y a los quince ya lavaba coches y los entregaba a domicilio (sí, cosas del Gran Buenos Aires). Entre otros oficios, fue casi jugador profesional de fútbol y de billar. A los dieciocho conoció por primera vez el gusto de tener mucho dinero, como vendedor de seguros médicos. Fue en esa época que se enamoró de la noche y sus placeres. Las resacas y los amores (no necesariamente en ese orden) lo llevaron por el mundo. Primero hacia los andes bolivianos y luego hacia las playas brasileñas, donde siguió conociendo en su camino hermosa gente loca del mundo. Allí comenzó su carrera de profesor de escuela, de músico real y de escritor soñador. Y el salto (al vacío) hacia las Europas no se hizo esperar. Sin plata y sin documentos llegó una madrugada a Londres, y allí empezó todo de nuevo, como a los doce, hasta que otras nuevas resacas y amores lo transportaron a tierras germanas. ¿Cómo seguirá? No se pierda el próximo capítulo…
Mateo Dieste. Caricaturista de vocación que devino ensayista y hoy prefiere escribir textos a la manera de un flaneur trasplantado a la capital alemana. Ha sido vendedor de pastelitos de membrillo caseros, cadete en un estudio de abogados, contrabandista de remeras deportivas, niñero de una familia bávara y productor artesanal de chorizos. Renunció a un trabajo físico donde lo explotaban y se cansaba mucho. Estuvo a punto de ser deportado de Alemania por haberse atrasado con su tesis de licenciatura. Una vez, cuando vivía en un apartamento compartido, canjeó los envases retornables que habían acumulado sus compañeros de piso y se gastó el dinero en una milanesa al pan. Todavía no ha conseguido vivir de la literatura. Es omnívoro y su animal favorito es la corneja cenicienta.
José Luis Pizzi. Comenzó a trabajar desde muy niño en la heladería de su pueblo, lo que lo alejó para siempre del gusto por cualquier actividad que dignifique.
Si se pudiera evaluar el éxito por la cantidad de fracasos, se consideraría un tipo exitoso.
Le fue mal en todo lo que emprendió: estudió arquitectura y rebotó el mismo parcial 4 veces, lo que le hizo desistir de ganar el pan con las puntas Rotring, y se quedó dormido cuando iba a realizar el examen para Historia del Arte. Ya no sería lo que debía ser, así que fue abogado.
Poco amante de los viajes, se pasó más tiempo on the rocks que on the Road. Realizó el primer playback de quena y sikus del que se tenga memoria. Fue vendedor en autobuses, camarero, dibujante de retratos en bares porteños, bancario, fotógrafo pornógrafo, agente inmobiliario, parrillero. Se hizo pasar por personajes famosos cuando Google no existía.
Fue tantas cosas que hasta se empeña en seguir siendo. Fue. Es. ¿Será?
Alfredo Langa Herrero. Nació como resultado de una mutación genética maño-sevillana el día que encontraron a los chicos del Milagro de los Andes.
En el barrio de Nervión aprendió a manejar artefactos incendiarios y de los jesuitas conoció libros prohibidos y ciencias ocultas.
Aprendiz de brujo de su abuela, gran chamana de Triana, dedicó su juventud a elaborar filtros y conjuros de amor, ninguno de los cuales dio frutos, por lo que se enfocó en el material de exportación y dejó de lado el mercado doméstico.
Estudió en tierras herejes, donde conoció diversas yerbas de poder y al holandés errante, que fue gran amigo, hasta que marchó a la capital de las Españas. Allende los mares llegó a ser un brujo maya (la foto lo prueba) y del desierto sudanés fue expulsado por no usar el baño y vender polvo de momia a los turistas argentinos.
Actualmente escribe sin pena ni gloria y plagia artículos seudocientíficos para revistas de dudoso nombre en la capital de Narnia.
Maximiliano Luis Freites. Su carrera de tortuga laboral comenzó a los 12 años cortándole el césped y el ligustro a su abuela. A los 17 trabajó lavando coches en una estación de servicio en Córdoba. Después de un largo invierno de agua y espuma, logró un ascenso y fue vendedor de combustible en el turno noche, a la par que intentaba estudiar en la Universidad. También atendió brevemente un quiosco en el centro de la ciudad y trabajó por un corto periodo en el depósito de un hotel y como taxista por tres meses de verano. Al llegar a Europa consiguió un puesto de rey mago en Andorra (fue Melchor) y cuidó de un niño varios meses en Barcelona, aparte de vender cervezas y bocatas en distintos eventos: el más destacable, el Sant Jordi. Cuando arribó a Berlín, fue repartidor de flyers en Prezlauer Berg, lavaplatos en un restaurante israelí y vendedor, en el Görlitzer Park, de empanadas que él mismo manufacturaba. Hoy se dedica a tiempo completo a ejercer de Unbekannt.
Nihm Smoboda. Descendiente de un enano anarquista, de una bailarina que vivía en un carro y de otros fenómenos, de niño dibujaba laberintos en el colegio, soñaba con bibliotecas gigantes y pedía que le contaran historias de monstruos. De mayor las recorrió y los conoció. Trabajó en el campo sacando corcho de los alcornoques, condujo un tren en un zoológico y aprendió que los jefes eran peores que las bestias.
Tras una serie de oposiciones, sobrevivió a varias experiencias kafkianas en la administración local y emigró a Alemania, tierra de lobos esteparios y de la música de Wagner. Ahí fue explotado en infinidad de lugares y empezó de cero varias veces, resistiendo los golpes de la vida cual púgil encima de la lona. Ha viajado mucho por carretera y más a través de los libros. Sus personajes favoritos son precisamente los de la calle, como los que aparecen en este relato, cuyas historias son, en el fondo, las de tantos Unbekannte que cada día se cruzan con nosotros.